El Silbón




Cuentan que de un jovencito mimado, el cual era consentido por sus padres sin mayor conocimiento de la palabra respeto, tanto así que un día se le antojo comer “asadura”, razón por la que el padre decide tomar su escopeta y salir a cazar para su hijo. 
Después de muchas horas de la noche aun no llegaba, el chico cansado de tanto esperar va en busca de su padre, tomó la otra escopeta, y tras caminar por el llano, lo logra al fin divisar pero ¿Cuál sería su sorpresa? Que su padre no había logrado complacer su antojo, razón por la que decide sin más remedio matar a su progenitor para de esta forma sacarle las viseras y llevárselas a su madre para ser cocinadas, no sin antes meter los huesos del cadáver un pequeño saco.
Su abuelo, poderoso capataz, tras enterarse la noticia, mandó a buscar al joven, atarlo a un poste en el medio del campo, a destruirle la espalda a latigazos, que sus heridas fueran lavadas con aguardiente, pero el hombre no tenía la fuerza para matar a su nieto, asi que libereró al muchacho maldiciendolo y condenandolo a portar los huesos de su padre por toda la eternidad en su espalda.
Tiene un silbido característico que se asemeja a las notas musicales do, re, mi, fa, sol, la, si, en ese mismo orden, subiendo el tono hasta fa y luego bajando hasta la nota si. Se dice que cuando su silbido se escucha muy cerca no hay peligro, ya que el Silbón está lejos, pero si se escucha de lejos significa que está muy cerca. También se dice que escuchar su silbido es presagio de la propia muerte. Puede estar en cualquier sitio en cualquier hora.
Dicen que camina por los bosques de Venezuela, buscando víctimas, que después de matarlas, mete sus huesos en el mismo saco que carga a sus padres.

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